Superseñores en sus rascacielos

 

… El Secretario General de las Naciones Unidas, de pie e inmóvil junto a la larga ventana, miraba fijamente el apretado tránsito de la Calle Cuarenta y tres. A veces se preguntaba si convendría que un hombre trabajase a una altura tal por encima de sus semejantes. El aislamiento estaba muy bien, pero podía convertirse fácilmente en indiferencia. ¿O sólo estaba tratando de racionalizar su desagrado por los rascacielos, aún intacto después de vivir en Nueva York?…

De ‘El fin de la infancia
por  Arthur C. Clarke

La cita aparece muy al principio de El fin de la infancia. Novela publicada en 1953 que reflexiona entre otros temas sobre la cara amable de un futuro, con bastantes diferencias, tipo Gran Hermano, donde unos superseñores extraterrestres desde sus naves suspendidas sobre las principales ciudades, velan por nosotros.

En la vida real sufrimos de otros superseñores no tan amables, que no tienen naves pero nos ven pequeñitos como hormigas.

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