Último episodio de 2013 en el que divago sobre la pequeña decepción que me supone encontrarme el Día de Reyes con tarjetas de regalo, o lo que incluso me parece peor, vales-regalo, en vez de algo con lo que poder disfrutar desde el primer momento.
Una reflexión en voz alta sobre lo pobre que me parece la expresión ‘me gusta’, o su contraria ‘no me gusta’. Con un pequeño esfuerzo cualquiera está capacitado para mostrar su parecer sobre cualquier cosa con una riqueza mayor que la que proporciona un rácano ‘me gusta’.
La noche del 11 al 12 de septiembre ardieron el Monte Pindo y sus alrededores. No era la primera vez, ni será la última. Pero hay cosas a las que uno nunca se acostumbra.
El martes, apenas día y medio antes, un inoportuno esguince cuando llevaba kilómetro y medio me impidió hacer cumbre. Hubiese sido la cuarta vez que llego a la Laxa da Moa, la cima del Monte Pindo.
Esa noche la pasé solo, asomado a la ventana, viendo como avanzaba el incendio a dos o tres kilómetros de la casa de Pedrafigueira donde solemos pasar unos días al año. El fuego pilló a mi novia en Cee. Cuando las llamas traspasaron la carretera, hubo que cortarla.
A la mañana siguiente, el jueves 12, cogí en Carnota el autobús que va de Santiago a Finisterre, cargado de peregrinos extranjeros que querían rematar su viaje lo más lejos posible. Por el silencio que se hizo, sepulcral, deduzco que no tenían ni idea de lo que estaba pasando. Porque el incendio aún tardo un par de días en extinguirse completamente. Esto es lo que vieron.
La música utilizada en el vídeo es la canción Reflecting the Moon, de Sambodhi Prem, que se distribuye con licencia Creative Commons y puede descargarse desde jamendo.com.
… Siempre me han gustado los libros, y tengo casi un centenar en la nave. Tal vez por eso, siempre que oigo hablar a alguien de bytes divido mentalmente por un millón y pienso en un libro… un gigabyte equivale a mil libros, y así sucesivamente. Es la única manera de que pueda calibrar de qué va cuando la gente habla de bancos de datos y transferencia de información. Y ahora dime, ¿cómo es de grande vuestra biblioteca?…
de ‘Cánticos de la lejana Tierra‘
por Arthur C. Clarke
Cánticos de la lejana Tierra se publicó por primera vez en 1986. En aquella época aún presumía de mi 8086 con un disco duro de nada más y nada menos que 20 megas, y ni me había planteado lo que era un giga. Si bien la correlación 1 gigabyte = 1000 libros no es acertada hoy en día, sigue plenamente vigente el hecho de contar en libros, fotos o películas para intentar asimilar a qué nos referimos al hablar de gigabytes o petabytes.
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